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BIOGRAFÍA

 

Ana María fue la segunda de cinco hijos de una familia perteneciente a la pequeña burguesía catalana, conservadora y religiosa. Su padre, Facundo Matute Torres, era un catalán propietario de una fábrica de paraguas, Matute, S.A.,4 y su madre fue María Ausejo Matute.5 Durante su niñez, Matute vivió un tiempo considerable en Madrid, pero pocas de sus historias hablan sobre sus experiencias vividas en la capital de España.

Cuando Ana María Matute tenía cuatro años cayó gravemente enferma. Por dicha razón, su familia la lleva a vivir con sus abuelos en Mansilla de la Sierra, un pueblo pequeño en las montañas riojanas. Matute dice que la gente de aquel pueblo la influenció profundamente. Dicha influencia puede ser vista en la obra antológica Historias de la Artámila 1961, la cual trata de gente que Matute conoció en Mansilla.

Ana María Matute tenía once años de edad cuando comenzó la Guerra Civil Española de 1936. La violencia, el odio, la muerte, la miseria, la angustia y la extrema pobreza que siguieron a la guerra marcaron hondamente a su persona y a su narrativa. La de Matute es la infancia robada por el trauma de la guerra y las consecuencias psicológicas del conflicto y la posguerra en la mentalidad de una niña, y una juventud marcada por la Guerra, se reflejan en sus primeras obras literarias centradas en "los niños asombrados" que veían y, muy a pesar suyo, tenían que entender los sinsentidos que les rodeaban. Características neorrealistas pueden ser observadas en obras como en Los Abel(1948), Fiesta al Noroeste (1953), Pequeño teatro (1954), Los hijos muertos (1958) o Los soldados lloran de noche(1964). En todas estas obras —que se inician con gran lirismo y poco a poco se sumergen en un realismo exacerbado—, la mirada protagonista infantil o adolescente es lo más sobresaliente y marca un distanciamiento afectivo entre realidad y sentimiento o entendimiento.

Mientras vivió en Madrid asistió a un colegio religioso. Escribe su primera novela, Pequeño teatro, a los 17 años de edad, pero fue publicada 11 años más tarde. En 1949, Luciérnagas queda semifinalista del Premio Nadal; sin embargo, la censura impide la publicación.

En 17 de noviembre de 1952, Matute se casa con el escritor Ramón Eugenio de Goicoechea. En 1954 nace su único hijo, Juan Pablo, al que le dedicó gran parte de sus obras infantiles. Se separa de su esposo en el año 1963. Como resultado de las leyes españolas, Matute no tenía derecho a ver a su hijo después de la separación, ya que su esposo obtuvo la tutela del niño, y esto le provocó problemas emocionales.

Encontró el amor años después, al lado del empresario francés Julio Brocard, con el que compartió la pasión de viajar. Brocard murió en 1990, el 26 de julio, día del cumpleaños de Matute. Ella sufría ya depresión y la pérdida de su gran amor la sumió más en ella.6

En 1976 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura. Después de varios años de gran silencio narrativo, en 1984 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil con la obra Sólo un pie descalzo. En 1996 publica Olvidado Rey Gudú y ese mismo año es elegida académica de la Real Academia Española donde ocupaba el asiento "K", convirtiéndose en la tercera mujer que forma parte de esta institución. Leyó su discurso de ingreso en 1998.

Matute era también miembro honorario de la Sociedad Hispánica de América. Existe un premio literario que lleva su nombre y sus libros han sido traducidos a 23 idiomas. En 2007 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas al conjunto de su labor literaria. Asimismo, en noviembre de 2010 se le concedió el Premio Cervantes, el más prestigioso de la lengua castellana, que se le entregó en Alcalá de Henares el 27 de abril de 2011.

El 12 de marzo de 2009, la escritora depositó en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes la primera edición del libro Olvidado Rey Gudú.7

En el año 2012 fue parte del jurado del Premio Miguel de Cervantes.

Matute era profesora de la universidad y viajaba a muchas ciudades para dar conferencias, especialmente a los Estados Unidos. En sus discursos hablaba sobre los beneficios de los cambios emocionales, los cambios constantes del ser humano y cómo la inocencia nunca se pierde completamente. Ella decía que, aunque su cuerpo fuese viejo, su corazón todavía era joven.

Falleció en la madrugada del 25 de junio de 2014 tras varios días con problemas cardiorespiratorios.

RUIDO AMBIENTAL EN LA CIUDAD DE BARCELONA

 

artículo del Periodico de Barcelona, MARTES, 15 DE JULIO DEL 2014

MARTES, 15 DE JULIO DEL 2014

 

 

 

 

JULIO CARBÓ

 

A pesar de que alrededor de la casa de Darío Pérez (geólogo de 32 años) en la calle Cantàbria hay varios bares, no es esta una zona de ocio nocturno. No es ello impedimento para que para él, vecino de toda la vida de Sant Martí, los ruidos generados por la convivencia con un bar

-un clásico en lo que a ruidos urbanos se refiere- se hayan convertido en la cruz de los cinco años que lleva viviendo en esta calle, él en el entresuelo, el bar justo debajo. «Es un suplicio, me impide llevar una vida normal», se lamenta.

 

Dormir con tapones es una rutina habitual para este joven geólogo. Describe constantes ruidos «de lunes a domingo, en invierno o en verano, hasta la medianoche». Como suele suceder en estos casos, su problema con el establecimiento -con cuyos propietarios no fue posible hablar para elaborar esta información- ha pasado por diferentes etapas que tienen como denominador común que la convivencia se acaba convirtiendo en algo muy difícil de conseguir. «Incluso si el bar cumple los horarios -describe Pérez- el descanso es muy complicado, ya que te encuentras en un estado de alteración permanente».

 

Y es que, admite, «por la noche como hay muy poco ruido ambiental, el ruido del bar se maximiza». La situación puede a llegar a ser incómoda no solamente por la cuestión de la falta de descanso, sino por otras consecuencias. Por ejemplo, «la sensación de falta de intimidad. Cuando te metes en la cama sufres las voces de la gente y tienes la sensación de estar acompañado en todo momento», explica.

 

AYUNTAMIENTO Pérez tiene palabras duras hacia el ayuntamiento, ya que considera que no protege lo suficiente a los ciudadanos que se encuentran en situaciones similares a la suya. Reclama, de entrada, sanciones más duras para los establecimientos que no cumplan con las normativas y con los horarios de cierre. «Las sanciones son una buena medida, pero si son pequeñas no sirven para nada», reflexiona.

 

Y, después, pide a las administraciones que tengan en cuenta las consecuencias de sus decisiones. En su caso, por ejemplo, la ley antitabaco tuvo un efecto pernicioso, ya que la imposibilidad de fumar dentro del local llevó a la proliferación de terrazas y a la acumulación de gente en la calle, a las puertas de los bares. Y no falla: a más gente en la calle, más ruido ambiental.

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